LLegué desde Brasil por tierra a Baires. Era casi joven, a mis 28 recien cumplidos. No me asusté tanto o más con la gran locura que es la terminal de Retiro y sus miles de etnías porque soy un pibe viajado. Era fabuloso el sonido del Kechuá, mezclado a tonadas de brasucas, el guaraní y su rasgado ton, acentos hispánicos miles y dispares... Así entre en mi Buenos Aires querido por primera vez.
En 2008 la ciudad de la furia era un furor, luego de no poder comunicarme con la resi estudiantil que tenía reservado por casualidad una amiga de la facultad de cine, la cual no terminé jamás, que vivía aquí me invitó a su casa en el fino barrio de Recoleta. Pasé mis primeros días con ella a presentarme la capital porteña.
Fueron los años más eruptantes y locos y mejores y... todos los y posibles de mi vida estarían por venir y pasaron en esta inquietante ciudad.
Desde ya afirmo que el mejor lugar que he vivido en mi existencia fue el Hostel Stylo Baires, el cual me quedé después de conocer uno de los socios que tenía una de las más bellas nalgas del continente y una cara de bebé que se cayó del camion de la mudanza. Allá llegamos a ser como 12 nacionalidades diferentes y pude como actor destrinchar y aprender a actuar en varios dialectos suramericanos.
Inolvidable dentre tantas noches fue una salida con una de las proprietárias del Stylo Baires con otros 11 huéspedes residentes hasta una canilla libre que tal cual al Stylo Baires hoy no existe más. Tuvimos de parar 3 táxis en plena avenida corrientes para llegar. Y allá pasó de un todo. Desde mi amigo y hoy también periodista correntino tener de pasarse por mi novio para que los maricones parasen de asediarlo a la dueña del hostal transarse a una mina y después en el desayuno repetir a la socia y hermana que estaba muy buena la piba.
A esa altura ya estaba integrado a mis compas de la facu y ya me sentía un chico UADE. Definición que uno sólo la comprende por pleno si ya vivió en Buenos Aires. Trabajaba en un call con ventas truchas para el mercado latino de móbiles de Estados Unidos y todavía nos quedaban un par de meses más el el efusivo Stylo Baires, hasta que la municipalidad en una vistoría lo cerró.
Parti con mi mejor amigo en la ciudad y mi gran a,igo correntino a un otro hostal cerca adónde viví por casi dos años y necesitaría como 17 a 23 artículos para contar todo que ha pasado allá. Pero hoy regreso a la Argentina y veo mi ciudad bastante cambiado. Huí de los precios uruguayos mismom con una maestría en que fui admitido allá y me inscribí en una maestría en la UBA.
Por lo tanto creo que sean las nuevas aventuras que tendré en los próximos dos años de maestría en Baires o las de mi primera estada de grandiosos y copadísimos 6 años en la capital de los pibes sin calma, sé que tendré mucho que pasar por esta banda del Río de la Plata todavía.
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